Empresa matriz de Purolomo, en la cual se engloban todos los procesos de la integración vertical, tiene como objetivos principales la elaboración de alimento balanceado para animales (ABA) y todas las actividades relacionadas con la compra, almacenamiento, importación de las materias primas necesarias para realizarlo.
¿Es posible para las compañías imponerse en un mundo marcado por la tecnología y la inteligencia artificial? Todo apunta a que sí de acuerdo con la investigación «The New Blueprint for Corporate Performance» realizada por Boston Consulting Group, según la cual ya existe «un grupo selecto de empresas líderes que ha descifrado el código para ganar» precisamente en este pujante mundo digital.
En la actualidad, cuando la tecnología digital es la que manda, las empresas tienen la necesidad y, por qué no, la obligación de mantenerse al día. El sinónimo de esa actualización es contar con un área de programación fuerte para que las compañías se desenvuelvan de forma ágil y eficiente en sus negocios.
En ese sentido, los diferentes profesionales de las empresas deben saber sobre programación y no de manera superficial. Contar con una buena programación digital determina la vigencia de la empresa y su permanencia en el futuro.
El manejo del lenguaje adecuado de programación representa a largo plazo oportunidades tan importantes como enviar un correo electrónico o mensajes a través del teléfono inteligente.
Hoy existen más de cien lenguajes de programación diferentes y con sus particularidades, que los hacen más simples o más complejos. Aquí cada empresa adoptará el lenguaje más conveniente con sus operaciones, planes de negocios y objetivos estratégicos.
Un instrumento muy utilizado en el mundo corporativo es el índice TIOBE que se publica una vez al año. Su importancia radica en que es una referencia sobre qué lenguajes deben utilizar las compañías.
El responsable del índice TIOBE, el cual presta sus servicios a través de Internet desde 2001, es la firma del mismo nombre, la cual se dedica a comprobar más de 1.056 millones de códigos de línea para sus clientes en todo el mundo, en tiempo real y cada día.
El TIOBE analiza más de 200 lenguajes de programación, ordenándolos en función del éxito y demanda que tienen en Internet. Asimismo, ese listado emplea 25 motores de búsqueda como Google, Yahoo, QQ, Sohu, Wikipedia y Bing, entre otros, lo cual le permite ver el cambio de las necesidades en programación entre 1985 y 2020 en segmentos de cinco años.
Otra ventaja del TIOBE es que elabora un ranking de los lenguajes más populares del año. A septiembre de 2020, los primeros cinco lugares los ocupaban C, Jaba, Python, C++ y C#. Vale destacar que en ese top C y Jaba se alternan con el primer y segundo lugar.
Todo esto muestra la tendencia de que a lo largo de esto años las empresas van a escoger estos lenguajes de programación, pues es vital para las compañías y una actividad particularmente prioritaria es el marketing.
Por ello, los especialistas recomiendan integrar las áreas de programación y marketing para llevar adelante más eficaz y eficientemente la marca y las ventas que cada vez son más digitalizadas.
En este contexto, el profesional de marketing debe aprender a programar, comprender las herramientas, utilizar automatización en la publicidad y mejorar la resolución de problemas.
El objetivo es lograr que las empresas sean cada vez más eficientes y ágiles, como bien se mencionó al principio.
Hace pocos días, exactamente el 5 de mayo, LinkedIn celebró su vigésimo aniversario como la red profesional más grande del mundo. Tiempo en el cual ha revolucionado la forma en que no solo nos conectamos con profesionales, sino también cómo buscamos empleos y hasta creamos negocios.
Ya casi estamos a mitad de 2023 y, seguramente, habrá empresas que se estarán preguntando si las estrategias que se habían planteado a principios del año para crecer y lograr nuevas metas marchan en función de ese objetivo o si han perdido vigencia en esta época de incertidumbre económica a nivel global.
Intuición, pasión, ganas, una idea, son algunas de las palabras que empresarios mencionan cuando cuentan cómo comenzaron sus negocios. Sin embargo, siempre está presente una pregunta: ¿cuál es el mejor momento para iniciar un negocio? La respuesta generalizada es “ahora”, es decir, no dejarlo para después.
Por su puesto que no se trata de lanzarse a una piscina vacía. Por ello, la decisión de emprender un negocio requerirá un estudio previo de los posibles riesgos y las condiciones del mercado.
En el mundo de los negocios no existen fórmulas para ese «momento ideal» de arrancar un emprendimiento. Algunos piensan en trabajar un tiempo primero para reunir el capital, otros se preparan con conocimiento y los demás, al surgirles la idea, lo dejan como materia pendiente. Sin embargo, este último grupo, según especialistas, difícilmente concretará su idea.
La edad tampoco es una regla y aunque la tendencia mundial promedio es más de 40 años, existen ejemplos de «jovencitos» fundadores de empresas muy exitosas.
Además, empezar un negocio en medio de una crisis económica no parece ser una limitante. La revista Fortune, en una lista de las principales 500 empresas del mundo, señala que la mitad de esas compañías surgieron cuando la economía estaba en recesión. Es el caso de HP, que se fundó en la depresión de 1935, Microsoft y Fedex en la de 1973 y VPS en el «pánico» de 1997.
La razón es que las crisis económicas son cíclicas, por lo cual una empresa consolidada o a fundarse no escapa de transitar, en algún momento, por una o varias. Así que lo importante es que estén preparadas para afrontar esas dificultades
Otro de los puntos a considerar es el referido a los recursos para emprender un negocio. Hay quienes sostienen que para crear una empresa sólida se debe contar con el capital necesario y el conocimiento requerido para sacarla adelante. Y si bien esto podría ayudar a enfrentar los obstáculos que se vayan presentando y las dificultades que trae consigo el emprendimiento, no es garantía absoluta de que vaya a resultar.
Lo expuesto anteriormente se ratifica con lo que ha estado ocurriendo durante la pandemia del COVID-19, en la que han surgido muchos pequeños emprendimientos novedosos y exitosos y que están en plena expansión.
Así que al momento de comenzar un emprendimiento hay un aspecto que definitivamente no se debe perder de vista y que va más allá del eterno debate de cuándo es el mejor momento para hacerlo. Lo fundamental es construir un negocio lo mejor que se pueda para que progrese en buenos y malos tiempos.
Un buen líder debe saber delegar y confiar en las habilidades de los demás, reconociendo que existen tareas en las que otras personas están más capacitadas para tener éxito y así alcanzar, de manera colectiva, las metas y objetivos trazados. También sabe reconocer con humildad los errores y que de ahí puede sacar grandes lecciones para seguir avanzando.
Desde 2013, las startups han despertado gran interés en el mundo de los negocios. En parte porque se rigen por una premisa muy clara: reinventarse o desaparecer. Y, en estos tiempos, es más que pertinente. Para muestra lo que está ocurriendo con el ecosistema emprendedor, que ha experimentado un cambio radical para poder enfrentar la crisis económica global.
¿Las empresas necesitan relacionarse con otros negocios para apoyarse y lograr mejores resultados? Algunos opinarán que sí, otros que no, pero lo cierto es que en la actualidad las compañías están inmersas en un mundo interconectado y globalizado, donde compartir riesgos, expectativas y fortalezas podría convertirse en ventajas para las partes involucradas.
Por esta razón, si una empresa quiere crecer, el aislamiento no es una opción para alcanzar el éxito. En estos casos, las alianzas comerciales juegan un papel de primer orden, ya que es una práctica que se ha vuelto cotidiana en los negocios.
Una compañía puede establecer una alianza comercial, por ejemplo, con un proveedor que le facilite infraestructura o servicios, los cuales ayudan a soportar y asegurar la colocación eficiente, ágil y a tiempo de los productos y de la marca.
En este sentido, los aliados comerciales fungen de puente o engranaje entre las empresas para lograr mejor los objetivos comunes planteados. Un aliado comercial puede ser un excelente socio en momentos en que la compañía enfrenta dificultades y viceversa.
La reciprocidad y el relacionamiento entre los actores son piezas clave para la buena marcha de la alianza comercial, como instrumento que mejora la competitividad, la rentabilidad y la eficiencia de los participantes.
Confianza mutua, saber negociar y delegar, compartir objetivos comunes y priorizar los beneficios son condiciones para la relación fluida entre aliados comerciales.
Esa relación, además, se concreta en dos tipos de alianza: la informal y la contractual. La primera se caracteriza porque los riesgos son bajos, pero permite a las partes explorar la seriedad y competencia de los actores. En la mayoría de los casos, la alianza informal se convierte en contractual y se concreta en un convenio más rígido, serio y con compromisos.
A la vuelta de la esquina, los aliados comerciales descubren las ventajas de esa relación: multiplica las posibilidades de ampliar la eficacia del negocio y la competitividad; reduce los costos, sobre todo a la hora de las importaciones y las exportaciones de productos; hay intercambio y transferencia de tecnología; mayores oportunidades; y acceso a nuevos mercados.
En las alianzas comerciales no hay empresas pequeñas ni insignificantes, por lo que no se debe despreciar a nadie. Cualquiera puede acometer una alianza dentro del nivel de juego limpio.
Muchos gigantes corporativos de hoy -como Starbucks y Apple- comenzaron como empresas pequeñas y gran parte de su crecimiento se lo deben a haber celebrado alianzas comerciales con compañías entonces más grandes y poderosas.
El mercado laboral se ha transformado con el paso del tiempo y esto abarca desde el tipo de profesiones que son más demandadas por la evolución tecnológica hasta cómo se practican. Y con la pandemia esos cambios se acentuaron. En estos tres últimos años el trabajo que se realizaba desde la casa o cualquier ubicación elegida por el empleado ganó terreno; sobre todo, en los sectores ligados a la tecnología.
¿Quién no ha tenido el sentimiento de perder el tiempo en reuniones improductivas? Cada vez son más las personas que tratan de librarse de las interminables reuniones de equipo, esos encuentros donde -si no son bien conducidos- se habla en exceso, pocas veces se dice algo relevante y mucho menos se logran resultados valiosos para la empresa y los grupos de trabajo.