Las llamadas “pechugas de madera” en pollos no afectan la salud del consumidor, pero sí la experiencia de éste a la hora de comerla, pues su consistencia, una vez cocida, es más gomosa y dura que la tradicional pechuga de pollo.
Expertos calculan que, por ejemplo, en Estados Unidos, actualmente hasta un 25% de la producción de aves pueden sufrir de este síndrome, mientras que en Europa 7% de ejemplares pueden presentarlo.
La “pechuga de madera” se relaciona con el tamaño del pollo y con la velocidad con la que se le engorda en los sistemas de producción. La causa exacta tanto de la pechuga de madera, como de otras anomalías como las estrías blancas y la miopatía pectoral profunda, no se han determinado aún, por lo que las investigaciones continúan.
Unas aproximaciones aseguran que se relaciona con un suministro inadecuado de sangre a los tejidos. El síndrome ocurre en unos momentos y en una extensión diferente, sobre todo cuando el grado de lesiones musculares excede la capacidad de reparación.
Ya los investigadores están moviéndose en varias direcciones (la selección genética es una de ellas) para tratar de determinar tanto el origen como la manera de prevenir estas afecciones que si bien no representan riesgos para el consumo humano, inciden directamente en la calidad del producto, lo cual, a su vez, repercute negativamente en el público que compra las pechugas de pollo y, al encontrar que no son tersas y suaves, no vuelven a consumirla.
“Las pechugas de madera” tampoco se relacionan con ninguna infeccioso o agente patógeno, pero si tiene alerta a los engordadores de pollos a fin de reducir lo más posible que aparezca la misma, para mantener la calidad de los productos.
Referencias
(https://gastronomiaycia.republica.com/2017/06/20/sindrome-de-la-pechuga-de-madera/ )
(https://avicultura.com/las-pechugas-de-madera-un-problema-no-vinculado-a-alguna-infeccion/).